martes, 3 de abril de 2012

Se me hace la boca agua

Una de las cosas que más me gustó del viaje a Roma fue la cena romántica que Edu me regaló por mi cumpleaños. Tuvimos que ir hasta un hotel a las afueras de la ciudad solo para cenar. Fue una odisea ir hasta allí y luego volver, pero realmente mereció la pena.

Lo poco que vimos del hotel, la recepción y el restaurante, nos pareció muy elegante y cuidado. Lo malo es que, como he dicho, no tiene fácil acceso y si vais a Roma de turismo, lo mejor es quedarse en el centro. Pero, si alguna vez os interesa un hotel a las afueras de diseño y muy cool, id a Black Hotel.

Restaurante del Black Hotel
Y ahora las fotos de la cena. Para mí, ha sido una de las mejores cenas (gastronómicamente hablando) de mi vida, exquisita.


Entrantes




Este era mi entrante:
Carpaccio de oca

Estaba tremendamente bueno, de textura super suave, se me derretía en la boca y ahora se me hace agua al ver la foto y acordarme (¡ains!).

El entrante de Edu:
Surtido de carnes, aunque yo diría más bien "de embutidos".
Evidentemente, no puedo describir el sabor, no quise ni probarlo para no interferir en el sabor de mi fantástico carpaccio. Pero, según dice, estaba muy bueno también (él no disfruta tanto con la comida como yo, así que sus adjetivos se reducen a "no muy bueno", "bueno" y "muy bueno"; así de original me ha salido el nene jeje). Además, me pareció muy curioso que uno de los quesos llevase pistachos dentro.









Primeros platos


Parece simplemente pasta con almejas. Y, efectivamente, lo es; pero tenía un sabor delicioso y no solo porque llevaba una lluvia de crocanti por encima que estaba de muerte, sino también porque la pasta estaba hecha perfectamente (claro, estábamos en Italia, ¿qué esperaba?) y las almejas superaron mis expectativas en cuanto a este plato.









Edu no quería defraudar a su paladar experimentando con cosas nuevas. Así que se pidió pasta carbonara, como un señor. Y lo consiguió, no le defraudó. Veredicto: muy buena.








Segundos platos




Os presento a mis gambones al grill con un toque de limón. ¡Riquísimos! Me encantaron, no dejé ni el olor. Bueno, a decir verdad, dejé la lechuga, jeje.












Por último, tenemos una prueba más de cómo Edu estaba a tope de originalidad esa noche y se pidió un filete con papas. Y para más inri, le he preguntado que de qué era, para explicarlo bien en el blog, y me dice que "es imposible que me acuerde de qué era esa carne". En fin, habrá que quererle igualmente, ¿no?

Después de esta pedazo de cena no quisimos llenarnos con postre, aunque tengo que decir que tenían una pinta estupenda.

Y así concluimos la que fue nuestra última noche en Roma. ¡Inmejorable!


PD: ¡Gracias por este regalo! 

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