lunes, 13 de agosto de 2012

Acompañando al día

12 de mayo de 2012. Por fín llegaba nuestro gran día. Teníamos unos nervios... El avión salía de Frankfurt a las 5 de la mañana, así que, entre unas cosas y otras, no dormimos nada.

Hicimos escala en Heathrow, pero casi no me enteré de este primer vuelo porque fui dormida todo el tiempo. Estábamos un poco preocupados porque entre que teníamos más o menos una hora para hacer la escala, que no sabíamos si tendríamos que cambiar de terminal y el tiempo que hay que perder con los controles de seguridad y de pasaporte, pensábamos que no nos daría tiempo. Pero el vuelo salía desde la misma terminal, así que lo demás fue bastante rápido e incluso tuvimos que esperar en la puerta de embarque (vamos, lo más normal del mundo).


Y ya, por fin, nos embarcábamos hacia Los Angeles. ¡Qué emoción! El avión era enorme para lo que estoy acostumbrada (que es todo más bien dentro de Europa). Nos sentamos al lado de una chica asiática que no dijo ni mú en las 9 horas que duraba el vuelo, ¡por mí mejor! En cada asiento había una bolsita que contenía una manta, unos auriculares, un cepillo y pasta de dientes. Además, todos teníamos una televisión individual con un sistema de entretenimiento que incluía películas, series, documentales, música y juegos. Yo me centré en las películas y la música para leer y dormir, Edu se centró en su consola (no comments) y vimos una película juntos: El gato con botas.



La primera comida que nos pusieron era un plato caliente. Nos dieron a elegir entre dos opciones: la vegetariana y la carnívora. Es decir, pasta con queso y tomates naturales o pollo al curry. Nosotros elegimos la pasta porque el curry no está entre nuestros gustos gastronómicos y... ¡estaba buenísima! De acompañamiento había una especie de ensalada con lo que parecía cuscús, pero no nos gustó nada el sabor (la dejamos). Me hizo mucha gracia cómo ponían el agua, en un botecito como si fuese yogur. La segunda comida, que sería como el desayuno o la merienda (ya ni sé en qué hora vivía), fue un sándwich de ensalada de pollo, que en fin, no estaba taaan rico como la pasta... y un muffin. ¡Ya no me acordaba de lo que era ilusionarme por la comida del avión!



Entre las comidas, las películas y las siestecitas, el vuelo se me pasó bastante rápido. Y lo más curioso fue que no se hizo de noche en ningún momento. Salimos de Londres sobre las 8 de la mañana y llegamos a Los Angeles a la 1 de la tarde, entonces durante todo el vuelo fuimos cambiando de hora, acompañando al día a llegar hasta California (suena super bonito, ¿a que sí? Decidido: este va a ser el título de la entrada).

Comprenderéis que con los caretos que llevábamos en el vuelo no suba ninguna foto nuestra, ¿verdad? Pues eso. ¡Hasta la próxima!



1 comentario: